domingo, 9 de diciembre de 2012

Puede que se quede en nada...


Perdóname si al mirarte mueren mis palabras,
si el silencio es lo mejor que puedo darte,
y mis caricias son un amago de mis deseos...

Perdóname si esas palabras un día no son dignas,
pero me encantaría acariciar tus orejas con ellas,
y bajar por el cuello, hasta tu clavícula pronunciada,
y perderme en el hueco que crea...

Perdóname si peco de precavido,
si me escondo entre la gente para confundir mi mirada,
y si me delata el ritmo de mi respiración,
pero no se disimular las ganas de besarte...

Perdóname si es obvio que me quedo con las ganas,
pero el tiempo está en mi contra,
y perdóname si haga lo que haga al mirarte mueren mis palabras...

Rompiendo protocolos...



http://www.youtube.com/watch?v=RZhD7Mcc62Q

Te miraba a los ojos,
tu cuerpo desnudo en la cama y la habitación casi en silencio,
oía tu respiración, lenta, en mi oreja,
los susurros que se precipitaban de mi boca a la tuya...

Hace tiempo que buscaba entre sucedáneos de tu piel,
hace rato que me perdí en los tatuajes de tu espalda,
y llevo rato dando vueltas al lunar de tu rodilla,
pero los rumores de la luna me llevan a los hoyuelos de tu cadera...

La noche tenía buen ritmo,
no parpadeaba para no perderme ningún lugar de ti,
decidí encerrarme en lo que me dejaste ver,
entre la poca luz que entraba por la ventana y tus labios...

Pude olvidarme del resto de ruidos,
y tus manos hicieron el resto,
desde la yemas de tus dedos,
hasta los gemidos furtivos...

domingo, 2 de diciembre de 2012

Mientras siga la noche.


Todo esto es algo así como un suspiro en una noche de invierno, ¿sabes a lo que me refiero?, esa nubecilla de aire que sale de la boca en mitad de una calle y te reconforta sin saber por que, como si hubiésemos soltado una pequeña carga que debíamos soltar, pero se queda en el aire durante unos segundos y te recuerda que hace frío...

Es una noche fría, se están congelando los cristales, estoy en una habitación antigua, de una ciudad muy vieja, y solo estoy alumbrado por un viejo porta velas, la luna intentaba entrar por la ventana poco a poco, ganando terreno a las oscuras esquinas de aquella habitación de hotel.
Estaba abalanzado sobre una mesita de madera, llena de marcas, estaba escribiendo una carta, como decía, era una noche fría y la tinta estaba casi congelándose, estaba todo en calma, reinaba en toda la ciudad un silencio incómodo, se podía escuchar el aleteo de los murciélagos y aves nocturnas, y de vez en cuando el eco de los pasos de algún alma perdida en mitad de la noche.

Y tus palabras se quedaron en mi cabeza como un suspiro en esa noche de invierno...