domingo, 15 de abril de 2012

Una canción de Jazz.



Uno se muere lento, se muere en paz, mientras, los ojos no transmiten nada más que un vacío frío, una calma inquietante, y se apagan, como una antigua canción de Jazz, dejan de sonar los instrumentos, se cierran las ventanas...

El aire silva en una casa,
se apodera del silencio,
hay algo que te atrapa entre tanta tranquilidad,
hay una sensación más allá de todo,
pero se escapa por debajo de la puerta,
pero se escapa por debajo de la puerta...

Unos ojos que están atentos a todo lo que ocurre a su alrededor, pasos en falso que no llevan a ningún lugar, una voz dulce que te engañan, te enamoran y no te dejan respirar, las gotas de sangre se deslizan por la pared, sin dejar rastro, no hay nada más escrito en el testamento, se acabó la tinta, porque parecía que siguió escribiendo, dejando solo unas muecas, no hay palabras en los pasillos y los cuadros no tienen ninguna ilustración, no hay miedo en la oscuridad, no hay sitio sin alumbrar, pero ante todo, unos ojos que están atentos a todo lo que ocurre a su alrededor.

Uno se muere lento,
sin dejar nada por hacer,
se muere triste por dejarlo todo hecho,
sin esperar que se vuelva,
sin pelos en la lengua,
dejando un río de sangre, no literal,
pero lleno de lágrimas...
uno se muere lento,
sin decir más y sin avisar,
se va apagando la vida,
como se acaba una canción de Jazz.

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