domingo, 16 de enero de 2011

Calma que no existe...



Me senté en la orilla de aquél acantilado, miraba al infinito mientras que una melodía se repetía sorda en mi cabeza.
Me quedé mirando como el sol se escondía bajo el agua, mientras me cegaban sus últimos rayos, y fue en ese momento cuando todo me parecía algo efímero, todo insignificante, todo lo que esta mañana me importó, ahora me resulta indiferente...

Las olas intentaban romper mi calma, el humo del cigarro intentaba taparme esa vista, el calor me intentó quitar la ropa, cual puta...
Todo y nada parecían estar en armonía, pero era solo eso, apariencia.
El ruido y el silencio quisieron imitarlos, pero fue un vano intento.
Las rosas se podrían...

Parece todo muy calmado, pero dentro tengo rabia, dolor, ira, amor, deseos que yo mismo desconocía...todo eso, y mi severa impotencia para no saber reaccionar complican siempre todo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario