miércoles, 23 de febrero de 2011

Como la vida misma...



Izar la bandera y soltar el velamen, he decidido navegar en mi propia sangre, mientras
descubrís vuestras cabezas en señal de respeto por el carnal que se va.
Y vos os quedáis mirando, mientras se dibujan las hondas en el agua,
quiero ver como subimos las manos al cielo, y lo pintamos de un morado oscuro con la sangre que derramamos...

Todos juntos, puede que la fuerza del viento sople para otro lado y se cuele por los agujeros de mis velas y puede que el agua no se cuele por los agujeros de mi nave...
He comprendido que todos morimos de amor y que alguien nos robó el corazón alguna vez,
se que podéis adivinar quien se quedó con el mio...

Sigo mi camino, parezco un pirata de esos que portaban espada y una pistola con un solo disparo, un pañuelo cubre mi cabeza, el timón es parte de mi ahora y no puedo dejar de otear el horizonte.

Las huellas en la arena se han ido borrando con la suave y crujiente espuma del mar,
mi espada se tiñe de sangre, la cubierta se cuartea con el agua, y la sal entra en la madera y las bodegas se llenan de cadenas ancladas al óxido de los días...

El humo de la batalla parece disiparse y ya puedo ver lo que creo que son los últimos rayos del sol, por otro lado todo está oscuro, me quedé sin pólvora en la pistola y mi espada está rota y dentada de miles de batallas...

Mi barco se aleja y me quedo en un pequeño bote, ya es hora de terminar de hablar de mí... mi vida se terminó...

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